miércoles, 5 de octubre de 2016

Soledad - Poema de Hannah Escobar


He llamado a la puerta
A alguna puerta
A todas las puertas
Luego del primer suicidio
Nadie queda realmente vivo.

La fiebre, Ofelia.

El cuerpo de Ofelia era más blanco que los otros cuerpos
Y más inerme.

He llamado a la puerta
A alguna puerta
A todas las puertas
He llamado hasta que se me cayeron las uñas
Incluso he llamado con los dientes.

Nadie respondió nada
Ahora adentro es igual que afuera.

.

Te declaro mi inspirador - Poema de Silvana Andrea M

Te declaro mi inspirador.
No ese conejo afanado
Tras el que se corre para crecer,
Sino aquel que me invita a respirar.

Aquel que me entera de que no estoy sumergida
Y que, aun si lo estuviese,
Puedo aspirar el medio
Y disfrutar olores y tactos.

El que me dice
“Respira, porque aún, si fuese agua,
Tenés toda la vida para olerla y degustarla”.
“Respira, porque aun si es agua,
Te alegrará y te refrescará”
“Respira, porque aun si es agua,
Eres fuerte y hermosa como las rocas”.

Te declaro mi inspirador.

No el conejo que anticipa
La entrada al sueño,
Sino aquella voz interna
Que me grita que todo es baraja de cartas
Que no hay que temer a la pesadilla
Ni a reinas tiranas, tecitos protocolarios
o relojes que afanan la llegada a ninguna parte.

Eres el inspirador que logra despertar
La conciencia perdida
Aquella antigua intuición,
Abandonada por años,
De que podemos volar:

Me lanzo al precipicio con tus palabras.

martes, 4 de octubre de 2016

Necrofilia - Poema de Daphne Poe

Me he convertido en una sombra
mi alma es negra como el humo que sale de la boca de un demonio
la sinfonía del sintiempo carcome mi silencio
mi nada destruye mis pensamientos
he dejado marchitar las ilusiones como girasoles sin agua
he dejado mis escritos de amor al fuego
he borrado tu piel de mi soledad
me volví tu fantasma preferido ayer
anide horas junto a tu nochero
pero ahora mudaré mi sombra al olvido,
me parezco a la luna solitaria
pálida como una momia sin alma miro la nada
si el amor me mato una vez ahora ya no tengo alma que pueda morir dos veces
la noche desnuda como mi aura vuela al dolor
tantas veces ame que hoy ya no tengo fuerzas para llorar
renuncie al amor
descubrí lo bello del dolor
puedo contemplar mi pasado como un cofre vacío.
Mátame esta noche, que tus lágrimas que sean veneno en mi boca
clávame tus caricias, asfíxiame con la sangre que sale de tu boca
déjame sorda con tus gritos de pasión
déjame tirada en mi nada, déjame que me hunda en mi precipicio
déjame sola, déjame seguir sin el dolor, déjame para siempre.

lunes, 3 de octubre de 2016

Te - Poema de Sandra Milena Marulanda Bohórquez

Ciego.
Ciego y sin vida te quedas, mi cielo.
Ciego y sin vida te espero.
Y te espero.
¿Te espero?
Si, ¡te espero!
¿Bajo la tierra?
Te espero.
¿Bajo la silueta que pare aletargadas las sombras?
Te espero
indolente,
caída,
paciente.
Pero te espero,
fuego septembrino de costras.
Te espero,
oculta entre las rocas dormidas que lanzaron las horas.
¡Si, te espero!
Con el suelo rodando entre mis dedos hirsutos.
Con el beso asido en el borde crudo del viejo minuto.
Y con el "adios",
con ese "adios, te quiero mucho" dulce y eclipsado,
palpitante,
inherente, y casi verde,
que se prende incierto y doloroso de esaráfaga muda,
interna,
absurda
y complaciente que queda entre los dos cuando nos vamos,
entre un rostro (el tuyo)
y la risa (que incierto, la mia),
añorando morirse,
añorando ser cero,
ser nada,
ser boca abierta al cielo
y la tierra,
ser el arco egeo,

la circunferencia
en pleno.

domingo, 2 de octubre de 2016

Solo - Poema de Andrés Caicedo

Cuando regresó, el tibio beso que era el día
estaba ausente
se quedó contemplando los días idos,
las horas, los minutos en los que se perdieron con demencia

No encontró nada que le supiera fresco
se quedó contemplando los días idos
todo era turbio y parecía desvanecerse
…como un beso cuando acaba

Cuando volvió
no era como antes
que encontraba las palabras cálidas
los aires tibios y el sol sonriente

Incontrolable, solitario encontró la luna solitaria
y los atardeceres opacados por un domingo que se perdía para siempre

Cuando volvió, su ausencia había consumido el recuerdo
había consumido la luz de los encuentros
había pervertido la nostalgia
dejando una herencia de músicas sin eco.

Y volvió con los ojos abiertos
conteniendo el cielo en ellos
pero vacío o lleno de silencios imposibles
recordó un escalofrío nuevo
cuyo temblor parecía el fin del mundo.

Cayó hondo y sucumbió de memoria como sabía hacerlo
tanto cay, que se perdió como si conociera ese camino desde siempre.

En ese instante se dio cuenta
que llegar era empezar a decir adiós.
Había llegado el fin.

Acompañado por el silencio…
solo sucumbió.
solo.
Otra vez apelando al cielo.

sábado, 1 de octubre de 2016

Un amigo ha muerto - Poema de Jony Arenas

La muerte sólo es real hasta que alguien nos dice: ha muerto H.
Antes de eso, no más que una palabra, lisa y llana.
Ya habías muerto cuando lo supe,
pero sólo al escuchar la voz amiga
que me hacía partícipe de tu muerte
fue tu muerte real.
La muerte es eso que otros nos cuentan
que le ha pasado a otros.
Te ha pasado la muerte amigo.
Quizá hoy, que no es jueves, si yo nada supiera de tu muerte,
te recordaría adusto     vivaz     feroz,     vivo.
Si nada supiera de tu muerte
imaginaría que lees un libro
                  que abres como yo, otra botella de vino
                  que preparas solo y nostálgico una cena sin amigos.

Si nada supiera de tu muerte; estarías vivo.
Temprano ha llegado tu muerte a coronar mi sueño.
Me duermo a la orilla de tu muerte.
Despierto luego y,     has muerto.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Primera regeneración del alma - Poema de Maldo

(La figura aparece crucificada en la luz de la
eternidad) Observo al Leviatán, con su cuerpo de
acero fundido y ojos incinerados, que devora mi alma.
Al agitar sus montañas en las corrientes de aire,
el negro cielo tiembla discontinuo hasta procrear
líneas de fuego, quebradas de humo que se chocan en
los peñascos. Del mar invisible surgen falanges de
bestias primitivas que recorren las calles atómicas.
Los pasos de la luna pastan en la semiótica de la
noche. Los tronos erigidos con fríos patíbulos,
con cámaras mortuorias, con máquinas que procesan
la atrocidad, hunden sus raíces en el corazón de
la nada. Oigo clamar la perra llamada Roma. En su
interior, pululan los cerdos de siete cabezas, las
sanguijuelas de generaciones Papales chupando el
caldo envenenado de las efigies. ¡Oh Roma! Todos
tus miembros se robustecen con las arterias de la
peste Bubónica que emana de mí, es decir, que emana
de todos. La escatología rigurosa presenta a Dios
como una garrapata amorfa y peluda del lenguaje.
La resurrección de guerras que trituran la vieja
Europa, con sus tentáculos idealistas y sus fauces
cosidas con fronteras, alcanzan a América en otrora.
Uno de los más grandes carniceros nació de la perra:
el Papa Urbano II. Su bendición acrecienta la sed
de las espadas que brillan en las gargantas…
(Hace una pausa para contemplar una sucesión de
seres iguales a él, que se multiplican en el éter.
Sus manos tiemblan y su cuerpo desnudo trata de
conservar una posición menos dolorosa. El dolor
lo anega en las tiniebla celestes. Como el hígado
de Prometeo, su alma devorada por el Leviatán se
regenera al día siguiente)