Sueño incómodo
con dementes que gobiernan un crepúsculo de asesinos
que olvidaron ser divas coronadas
que abarcan las ilusiones que se destruyen en sus manos.
Sueño los delirios y los días de la sombra,
despierto en las olas tempranas del tiempo
recordando que partes en naves de silencio.
Recobro los mensajes de hombres
que escribieron en el viento
un último aliento antes de la ráfaga.
Cancelo las miradas de esperanza
que aún se pierden en las lluvias de la tarde.
Insomne, conduzco mis caricias al sur de todos los presagios,
a los sótanos de la luz.
Repruebo mi dolor de espalda,
valido la infección del aire que respiro,
pago deudas que desconozco,
alimento bolsillos lejanos donde nunca alcanzará mi mano.
Respiro un aire parecido a una condena a muerte,
bebo aguas que antes han sido asaltadas,
camino calles carísimas tapizadas de escombros,
me transporto en rieles ajenos y multitudinarios.
Sigo soñando con dementes que trafican con su propia locura,
que se condenan en su propia condena,
que se yerguen de sus mismos infiernos.
Sueño con selvas de ladrillos rotos,
sueño incómodo, adolorido negativamente
la esperanza de días peores,
de amaneceres de sombras.
Sueño con dementes que te persiguen y te alejan de mi alma,
de mis mejores sueños,
de mis mejores caricias, de mis mejores cantos,
sueño que te pierdo
y pierdo las palabras que nombran los días
en que abril es un mes de flores.
Sueño que estoy sin ti
y que son los dementes, los bárbaros,
los que nos tuercen la luz
y cubren con mantas ilusorias
estas lunas y estrellas
que aun guardo entre las palabras
para nombrar un nuevo día
contigo,
lejos de los dementes que gobiernan estos días.
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