Los poetas no somos juguetes del tiempo
somos jinetes de las horas y de las soledades.
Los poetas no somos seres extraños
somos un ADN en vía de extinción.
Los poetas no somos hijos de espectáculos
somos la esencia de antiguos rituales.
Los poetas no somos fogatas del olvido
somos la llama que habita en la fe perdida.
Los poetas no somos fragmentos de miseria
somos un cúmulo de fértiles esperanzas.
Los poetas no somos esclavos de las palabras
somos sus más fieles y humildes aliados.
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Poemas por Carlos Mario Garcés Toro
ResponderEliminarMónica la bella
Tuve la fuerza de la belleza que poco a poco fueron limando
el bar y las horas de trabajo.
Por mi atractiva figura pude elegir con quiénes iba a la cama.
Pero Fabio fue mi único amor.
Lo mataron con otros la noche que robaban en
el almacén eléctrico de Carabobo con Juanambú.
Durante largo tiempo me pareció verlo que llegaba en la noche,
vestido con su pantalón blanco (que tanto me gustaba),
su barba bien afeitada,
y entraba a la sala donde las muchachas esperábamos.
Ahora que estoy vieja y sola
(hijos no tuve),
acostumbro entrar en la tienda de licores
que queda detrás de la iglesia de La Veracruz,
donde las coquetas intentan atraer a los transeúntes
con sus caderas pálidas y sus ojeras de caballo.
Dibujo frente al espejo con el lápiz la raya de mis cejas
y salgo a la calle. La misma calle Boyacá
donde ya nadie me recuerda.
Tres cuadras abajo
hace más de cuarenta años yo era la reina.
Los amigos con los que me gustaría hablar ya están muertos
BARRIO PALERMO DE ITAGUI
Hoy he vuelto al viejo barrio Palermo de Itagüí
y me he detenido frente a la casa de Ricardo.
Lo vi en el segundo piso.
Está calvo y flaco.
La última vez que lo vi fue hace más de treinta años,
cuando apostábamos carreras con las salamandras
y nos bañábamos en la otra orilla del río.
Me han contado que está sólo y no se ha casado.
A su padre se lo llevó la muerte, y a su hermana Oneida
nadie volvió a verla después de lo del vicio, pero sus piernas brillosas
continúan intactas en mi memoria.
El muro donde nos sentábamos a contar historias
permanece allí solitario.
En la casa del “ojo e vaca” vive otra gente,
y en el segundo piso ya no se asoman las Durango, en especial Amanda.
Augusto se mató al caer de una bicicleta y golpearse la cabeza;
en vida, nadie fue capaz de ganarle volteando la mano al pulso
en las escaleras de su casa, en donde además jugábamos todas las noches
“Hágase Rico” (un juego con dados y fichas).
El teatro Caribe fue cerrado para siempre,
pero sé que muchos de nosotros volvemos a él
los domingos en la mañana.
Los santandereanos se fueron con el circo.
En la casa de la esquina donde escuchábamos radionovelas en las noches
(El Gavilán Colorado y El Código del Terror),
y donde murió mi abuela, hoy funciona una fábrica de calzado.
El tejar donde jugábamos a las escondidas
detrás de los grandes aparadores de tejas y ladrillos,
se convirtió en un parque de diversiones,
y nadie puede dar razón del gato gris que vivía allí
y arqueaba su lomo por entre los adobes y tejas de barro.
De mí, quién diría que terminaría urdiendo palabras y mirando al cielo,
y comprendiendo que con el tiempo todo es una elegía,
pero que a pesar de su dolor volvería a vivirla
con igual pasión y sentimiento.
Hoy, al ver a Ricardo, las calles y las casas y los árboles
me llenaron de una amorosa y terrible emoción.
XI
Narciso se mira en el espejo del agua
que lindo es Narciso
con sus miles de cabezas
que se mueven pegadas al mismo cuello,
todas hablan y no difieren,
todas cantan en coro
versos lúcidos y racionales.
Narciso canta
con sus miles de cabezas
pegadas a su cuello
la canción de la experiencia
que las conduce mansamente
a la uniformidad en el espejo del agua.
Luz Elena Bedoya
ResponderEliminarA.. mi Cuerpo
Mis manos son las mismas de ayer
pero hoy no las reconzco, por mas que lo intente,
ahora son manos nuevas en un hoy incierto,
Miro mi cuerpo desnudo y me da la sensación de que
no es mi cuerpo, mis ojos ven un completo extraño,
que ha caminado con migo por toda una vida,
callado y sin protestar, regalandome sus mas placenteras
emociones y rebosante de una inmensa salud,
Solo puedo decir en medio de la luz tenue,
Gracias cuerpo mio, o mas bien, alquilado para esta existencia.